Efectivamente. Ha sido un largo camino el que nos ha llevado hasta aquí. Aunque, comparado con el que les toca recorrer a tantas parejas, quizá el nuestro no lo sea tanto. Pero a nosotros se nos está haciendo larguíííííííísimo…
Ya van 13 meses desde que decidimos tirarnos a la piscina e ir a por el bebé.
Por fin habíamos dejado atrás los problemas laborales que habían empañado nuestro futuro obligándonos a aplazar durante 2 años nuestro proyecto de convertirnos en padres.
Por fin las condiciones eran algo más favorables -desde luego, si te esperas al momento «perfecto», no te lanzas nunca.
El horizonte era algo más esperanzador y así, con muchísima ilusión y algunos temores, decidimos dar el paso.
En diciembre del 2016 dejé la píldora, después de 10 años tomándola, y me hice una revisión ginecológica donde ya le comenté a la doctora que quería quedarme embarazada. Ella me recetó ácido fólico y me mandó un análisis para ver cómo tenía la tiroides.
En esta analítica me salió hipotiroidismo subclínico que debía tratar para quedarme embarazada. Así pues, la ginecóloga me derivó al endocrino, quien me recetó Eutirox para bajar mi TSH a valores saludables ante un próximo embarazo.
Y así fue, más o menos, como empezó todo.
Recuerdo que por aquel entonces leía varios blogs sobre maternidad, esperando algún día ser yo quien escribiera uno para contar mi propia experiencia. También entraba en foros de futuras mamis y chicas que, como yo, estaban en búsqueda, para resolver mis dudas y tener toda la información posible.
En aquel momento, yo era una completa novata en temas de fertilidad. Pero gracias a Internet, aprendí a calcular mis días fértiles, a utilizar los test de ovulación; asimismo, probé el método de la temperatura basal (que dejé al cabo de dos meses porque me resultó muy tedioso) y aprendí también a identificar las dos fases de mi ciclo menstrual, así como a detectar la famosa «clara de huevo».
Cada mes que empezaba, era una nueva ilusión. Me decía a mí misma: ¡Éste va a ser el bueno!
La semana fértil Mr. Jota y yo intentábamos darlo todo, «hacer los deberes», como se conoce en la jerga de las buscadoras a las relaciones sexuales. Y luego llegaban las dos interminables semanas de espera (fase lútea). 14 días de incertidumbre, de sufrir un montón de síntomas y no saber si achacarlos a un embarazo o al SPM (síndrome premenstrual). Pero al final, siempre acababa viniéndome la «maldita» para tirar por tierra todas nuestras ilusiones.
Así pasó un mes, y otro, y otro… Hasta llegar al día de hoy.
Al tener ya 36 años, una vez pasaron 9 meses sin conseguir el embarazo, decidí volver a mi ginecóloga del seguro privado para que nos mandara algunas pruebas. Y ya de paso, también visité a mi médico de cabecera para que me derivara al especialista de la Seguridad Social, por si por ahí también podíamos atajar algo.
Y en ésas estamos… ¡Continuará!